tag:blogger.com,1999:blog-70930738604996468962024-03-08T07:43:56.761-08:00Virginia CastiglioneCuentos, ensayos, poesía y otros escritos.Neptunianahttp://www.blogger.com/profile/01860354731432153435noreply@blogger.comBlogger3125tag:blogger.com,1999:blog-7093073860499646896.post-37602598582767593512014-01-01T13:49:00.001-08:002014-01-01T13:50:50.088-08:00Mi balance del año 2013<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">A veces, mientras
vivimos, nos golpeamos. Somos como un niño que tropieza mientras
juega en el jardín, o como una persona que se golpea un dedo del pie
contra la mesa del <i>living room</i>. Excepto que estos golpes son golpes
abstractos. Nos pasa a todos.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Yo puedo decir que
este año me trajo muchos golpes, de diversa intensidad y en
diferentes áreas de mi vida. Estaría en mi derecho de decir que el
2013 no fue un buen año para mí. Y sin embargo, no voy a hacerlo.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Y no simplemente
porque decir tal cosa en mi posición sería extremadamente
desagradecido para con mis padres, que me han dado tanto, y para con
todas las personas que me rodean y me brindan su amor. No voy a decir
que 2013 fue un mal año, simplemente porque no siento que sea así. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Cierro los ojos y
puedo ver los golpes que me di: Recuerdos, como moretones, que se
lucen en mi cabeza. Pero también puedo ver otras cosas, quizás
mucho más abstractas que han iluminado mi año y lo han hecho bueno.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">La primera de ellas
es que, por algún motivo u otro, este 2013 ha sido un año de
cuestionármelo todo. Creo que no ha habido cosa en mi vida que no
haya pasado por tela de duda. Me he preguntado a mí misma el por qué
de cada cosa que hago en mi vida, y he salido de este período de
inquisición con la firme decisión de implementar diversos cambios
en mi vida. Algunos cambios serán un poco dolorosos, pero que así
sea. No puedo decir que cuente con las respuestas a las preguntas que
me hice, pero sé que me he planteado las preguntas correctas y que
el solo hecho de planteármelas me ha hecho crecer.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Este también fue el
año que me trajo de vuelta la escritura, que llevé varios años
enterrada dentro de mí. Esto se lo debo sobre todo al señor Mario
Vargas Llosa, que con uno de sus libros la ha traído de vuelta a la
superficie como por arte de magia. Desde que la escritura ha vuelto
que mi vida ha cambiado, para bien. Cada vez que termino un escrito
siento que mi alma ha crecido. Siento que estoy siguiendo mi misión
de vida. ¿Cómo no agradecer un año que me trajo tal cosa? Y no
solo es escritura la que he recibido, también invaluables lecturas,
que espero continúen el año que viene. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Este ha sido,
además, un año de experiencias que hace mucho tiempo ansiaba tener.
Estas experiencias, inesperadamente, me hicieron darme cuenta de que
debo tenerme más confianza, porque lo que he vivido hasta ahora,
importa, y las experiencias que a otras personas les parecen
esenciales pueden no serlo tanto para mí.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Este año me ha
enseñado a escuchar la voz que existe en mi interior.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Y por eso soy
incapaz de rotularlo como un año negativo.</span></div>
<br />
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 0.48cm; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1cm;">
<span style="font-family: Times New Roman, serif;">Ahora, a recibir
2014. ¡Muy feliz año a todos!</span></div>
Neptunianahttp://www.blogger.com/profile/01860354731432153435noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7093073860499646896.post-79273164974636593102013-11-29T15:02:00.000-08:002013-11-29T15:02:31.258-08:00Cronos<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Tenía cinco años la primera vez que
soñé con un reloj que se derretía. Aún tengo el vívido recuerdo de aquel sueño
estampado en mi memoria. Recuerdo que la noche anterior a que soñara con aquel
reloj que se convertía en puré de metal caliente, mi madre me leyó un fragmento
de “Alicia en el País de las Maravillas”. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Cuando era niña, mi madre siempre me
leía algo antes de que me durmiera. Me había llamado muchísimo la atención
aquel conejo apurado, cargando su reloj de bolsillo y exclamando que iba a llegar
tarde. Y esa noche, además de con el reloj, soñé con el conejo. Se estaba
quemando. “¡Auxilio, Julieta!” me decía. Y, antes de verlo perecer entre las
llamas, vi su pequeño reloj de oro derritiéndose en cámara lenta mientras lo
lamía el fuego. La expresión asustada y llena de agonía del conejo aún hoy me
persigue. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Y aún el día de hoy, con ya veinte
años, sigo soñando con relojes que se derriten: En piras, en el mismísimo
sol, de la nada (como entregados a su
inevitable destino), relojes de hielo que se derriten progresivamente, a veces
relojes que se autodestruyen, o que se desvanecen, pero, casi siempre, sueño
con relojes que se derriten.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">He de mencionar, además, que los
relojes son un artefacto obsoleto para mi cultura. Es el año 2150 después de Cristo.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Si le preguntaras a cualquier chica
de mi edad lo que es un reloj, probablemente te miraría con una expresión
confundida en sus ojos. Yo soy especial, toda mi familia lo es. Somos eruditos
de la historia. Es algo así como la tradición familiar. Es gracioso, porque
hasta el concepto de “tradición” se está perdiendo. Por fortuna (o no,
dependiendo de cómo se lo vea), vivo en Argentina, donde las costumbres
occidentales tardan un pequeño período de tiempo antes de asentarse del todo.
Entonces, aún puedo disfrutar de conceptos como las tradiciones o los relojes,
que, aunque obsoletos, aún existen como un recuerdo lejano de nuestros abuelos.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Antes de comenzar a leer sus
historias, mi madre siempre me proveía de contexto. Antes de empezar a leer
“Alicia en el País de las Maravillas”, me mostró fotos de muchos artefactos, me
explicó todo sobre los usos y costumbres de aquel entonces, e incluso me dio
una pequeña clase sobre el período histórico en el que Lewis Carroll había dado
a luz a sus grandes obras y sus inolvidables personajes, para que así pudiese
entender el gran impacto que tuvo Alicia en su momento. Siempre aprecié como mi
madre, a diferencia de muchos otros padres, no menospreciaba mi inteligencia ni
mi capacidad de aprender solo por tener cinco años.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Fue entonces cuando conocí los
relojes que se utilizaban antaño, que han sido una de las grandes obsesiones de
mi joven vida. Una cosa llevó a la otra, y así fue como me topé con las obras
de Salvador Dalí, llena de relojes en pleno proceso de descomposición:
Derritiéndose, de hecho.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Soy una firme creyente en la
reencarnación. De hecho, en mi fuero interno, estoy convencida de que en mi
vida anterior yo misma fui Salvador Dalí. Tengo la teoría de que, si pudiera
verlo en persona, algo dentro de mí confirmaría que en su cuerpo y en el mío
mora la misma alma. Es por eso que cuando me enteré del concurso que organizaba
mi universidad para viajar en máquina del tiempo a presenciar un momento del
pasado a elección, salté ante la oportunidad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Ser elegida como ganadora en ese
concurso no fue tarea fácil. Además de mis tareas regulares como alumna de las
licenciaturas en Historia y Artes Plásticas, tuve que estudiar muchísimos
apuntes extracurriculares: La teoría del caos, la historia mundial (un tanto
más exhaustivamente que en la facultad), los rudimentos sobre el funcionamiento
de las máquinas del tiempo, todo esto estudiado en un ambiente extremadamente
competitivo, pues más de la mitad de los alumnos de la universidad (y la
mayoría de los brillantes) aspiraban a realizar este viaje. Recuerdo que, las
semanas anteriores al examen, casi no dormí de los nervios. Pero mi madre me
había enseñado la importancia de trabajar duro para alcanzar mis deseos más
preciados. Ella hubiera estado orgullosa de mí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Un viaje por el tiempo promedio
cuesta entre uno y dos millones de pesos. Solo la gente asquerosamente rica
puede realizarlos a gusto, como quien se teletransporta a un pueblo vecino. Sin
embargo, algunas universidades premian con uno de estos viajes a estudiantes curiosos
que harían buen uso de una experiencia transtemporal.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Y es una suerte que haya sido yo
quien lo gane, y no cualquiera de mis pares. Planeo utilizar mi viaje en
observar nada menos que a Salvador Dalí frente a un lienzo en plena acción y
dar una vuelta por el París de principios del siglo XX. Esta experiencia, sin
duda, será valiosísima cuando desempeñe mis funciones como historiadora y
artista plástica. Algunos de mis pares, que, por cierto, generalmente carecen
de perspectiva alguna o pensamiento innovador, planeaban usar el premio (si lo
ganaban, aunque en realidad pocos tenían oportunidad alguna de ganarme) en algo
tan cliché como ver a sus difuntos abuelos, en presenciar su propio nacimiento
(era gracioso cómo pretendían ser pseudofilósofos al hablar de esta intención),
o en ver a algún hermano que había muerto a causa de <st1:personname productid="la Fiebre Nerviosa" w:st="on"><st1:personname productid="la Fiebre" w:st="on">la Fiebre</st1:personname> Nerviosa</st1:personname>, la única
enfermedad terminal que nos afecta en el siglo XXII. ¡Qué débiles y
sentimentales son! ¡Cuán emocionales y llorones! Son totalmente incapaces de
dejar atrás el pasado y mirar hacia delante. ¿Qué le espera a una sociedad
estancada en su propio pasado?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Yo misma perdí a mi madre ante <st1:personname productid="la Fiebre Nerviosa" w:st="on"><st1:personname productid="la Fiebre" w:st="on">la Fiebre</st1:personname> Nerviosa</st1:personname>, y no por eso
dejo de vivir mi vida y cosechar éxitos, como debe ser.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Fue mi madre la que me enseñó a tener
entereza y fortaleza emocional. Se sentaba al lado de mi cama y me contaba
historias sobre la trayectoria de la humanidad, y siempre hablaba con
admiración de lo fuertes que eran los oprimidos al defender sus derechos, y lo
valientes que eran los revolucionarios para poder reunir la entereza necesaria
para cambiar el mundo. Recuerdo, además, que pensaba en lo fuerte que era mi
madre. A diferencia de sus contemporáneos, ella se negaba a olvidar la historia
de nuestra humanidad, y veía como al Apocalipsis al momento en que decidiéramos
abandonar totalmente nuestra historia como a un inútil lastre cuya carga ya no
se aguanta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">– Julieta – me decía – la historia
es capaz de decirte más verdades sobre la naturaleza humana que la psicología,
la antropología y la sociología todas juntas. Hacia atrás podemos encontrar
todos nuestros errores y todos nuestros aciertos. Quien escribe la historia es
quien define el destino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Y luego se ponía a hablar sobre un
libro, 1984, de un tal Orwell (uno de los tantos libros que mencionaba mi madre
que aún he de leer) que prometió regalarme cuando fuese mayor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Le debo mucho a mi madre. Espero
que, de estar viva, pensaría bien de mí y de lo que soy ahora. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Una brillante ventana aparece en mi DDP
(dispositivo digital personal). Me llena una ola de excitación. ¡Es el momento
de llenar mi formulario oficial para el viaje! Una vez lleno, no hay vuelta
atrás. Pero eso no va a ser un problema, yo sé bien qué es lo que quiero.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Me dispongo a llenarlo con los datos
correspondientes. No puedo creerlo. Veré a los famosos relojes que se derriten,
ícono del surrealismo, mi sueño plasmado siglos antes de que lo soñara, en
proceso de creación, nada menos que a manos de ¡Salvador Dalí! Podría ver su
departamento mientras él vivía allí. Y lo veré a él en persona… ¿Cuántos de mis
contemporáneos van a poder presumir haber visto en persona al gran Salvador
Dalí, al surrealismo hecho persona? Con un poco de suerte y me cruzo, además,
con Buñuel, o Hemingway, o algún otro intelectual de la época.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Y por si todo eso fuera poco, una de
las más grandes preguntas de mi vida sería resuelta. Vería a Dalí a los ojos
(él, sin embargo, no sabrá que estoy allí porque en el siglo XXII hemos
perfeccionado el arte de la invisibilidad, aunque tal vez sospeche a nivel
intuitivo que alguien lo observa), y sin duda yo sentiría bien adentro algo que
confirmaría mis sospechas: Yo soy la reencarnación de Dalí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Pienso en mi madre. ¿Por qué será
que, desde que murió, pienso en ella en el momento menos pensado?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Regreso al formulario.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">“Fecha a la que usted desea viajar”
Quizás debería abrir mi copia de la biografía de Salvador Dalí, no me puedo
equivocar justamente ahora…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Mis dedos escriben, como autómatas,
sin que pueda detenerlos “19 de abril de <st1:metricconverter productid="2144”" w:st="on">2144”</st1:metricconverter>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-AR">Un gran sentimiento de dicha me
abrasa el pecho al darme cuenta de que iba a ver a mi madre una última vez: La
vería sonriendo, y apreciaría como nunca el brillo en sus ojos que indica que
está viva aún.</span></div>
Neptunianahttp://www.blogger.com/profile/01860354731432153435noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7093073860499646896.post-54465629295910507222013-11-20T15:49:00.001-08:002013-11-21T02:04:04.271-08:00Lo efímero<div style="text-align: justify;">
<b>Nota de la autora:</b> Presenté este cuento en la tercera edición del Premio Itaú Cultural al Cuento Digital. Lamentablemente no llegó a ser finalista, pero el cuento obtuvo una crítica positiva del jurado ("Es destacable la apuesta por el género epistolar"), y, según parece, la competencia estuvo dura, ya que muchos grandes escritores se presentaron también. En realidad, esta versión es un poco más larga que la que presenté al concurso, pueden ver la versión reducida <a href="http://www.premioitau.com.ar/sitios/escritores-2013/obras/6702/lo-efimero"><span style="color: #674ea7;">aquí</span></a>. Espero que les guste.</div>
<b><br /></b>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b><b>Lo efímero </b></b></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Mi queridísima hija:</div>
<div style="text-align: justify;">
Es un día lluvioso en París. Luego de haber escuchado tus arcadas en el baño te
has acostado a dormir. Como siempre, has abierto el grifo y la ducha, para que el sonido del agua que fluye
oculte la comida que violentamente abandona tu cuerpo, como si realmente fueras tú
lo suficientemente ingenua como para creer que no me he enterado que es una mentira
eso de que no sufres más de bulimia, así como piensas que no revuelvo la basura para
encontrar las jeringas que utilizas para inyectarte heroína envueltas en servilletas. Te cuesta entregarte a los brazos de Morfeo, pero al final, luego
de un par de horas, comencé a escuchar tus intranquilos ronquidos.</div>
<div style="text-align: justify;">
En algún punto he encendido la televisión. Su luz espectral me encandiló al
principio, para luego revelar un hermoso bosque iluminado por la luna. Y apareciste tú
en la imagen, estabas caminando por un sendero de ese bosque, hermosa niña perdida,
y lucías el glamour de tu confusión. Usabas un vestido muy bonito, si mal no recuerdo
era de Galliano, naranja como una furiosa llama, en calculado contraste con tus fríos
ojos azules, metálicos, que, como bien sabes, a veces pueden parecer hostiles. La
parte inferior del vestido estaba estratégicamente desgastada para mostrar tu supuesto
recorrido por el bosque, y tenía trozos de tela verde musgo adheridos para parecerse
a hojas que se iban enredando a tu vestido. Tus níveos pies estaban descalzos, con las
uñas pintadas del mismo azul que tus ojos, y parecían reflejar la misma luz de luna, que
en realidad no era verdadera luz de luna sino una más perfecta recreación de estudio.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y encontraste un hombre, más hermoso no lo podrían haber elegido, y casi
tropiezas para caer sobre sus brazos. El tropiezo, por supuesto, era para parte del guión,
y lo hiciste de una forma llena de gracia. La tensión sexual entre ustedes dos se palpaba.
Recordé lo incómoda que sentí la primera vez que vi esa parte del comercial. Sé que esa
interacción era solo parte de tu trabajo, pero ¡es tan difícil aceptar que ya no eres una
niña!
El contacto con este misterioso señor solo dura unos segundos. Una fuerza
desconocida parece atraerte hacia delante. Antes de alejarte del hombre, sin embargo,
lo miras con una mirada cargada de emoción. Si alguien tratara de traducir esa emoción
que se encuentra en tu mirada al lenguaje literario con todos sus matices, probablemente
acabaría escribiendo un libro con el grosor de una novela rusa. Es una mirada que
comunica desolación, decepción por tener que partir, un corazón roto por tener que
despedirse, pero no puedes quedarte. Algo más trascendente te llama. A veces sueño
con esa mirada, hija mía, pero, en vez de dirigírsela al hombre, eres a mí a quien miras
así. Tu mano y la del hombre se encuentran en un último amague de querer aferrarse,
y todo parece un fresco de Miguel Ángel: Dios a punto de hacer contacto con la mano
del hombre. Pero tú te separas, sigues tu camino, mi preciosa Adelaida, hasta llegar a un
claro del bosque.
En el claro hay seres surreales, parecen de otro mundo, parte de un sueño. Es
como la escena de algún cuadro perdido de Leonora Carrington: perturbadora, pero
pacífica a la vez. Estás rodeada de hadas, nada menos. Quienes las realizaron por
computadora son unos verdaderos artistas. Y tú, tú te ves tan sorprendida, Addie,
pero al mismo tiempo pareces llevar toda la vida presintiendo que esto iba a pasar. Tú
también eres una artista, mi pequeña, es increíble todo lo que eres capaz de evocar con
tu rostro y tu cuerpo, ¡y sin que nadie te lo haya enseñado nunca!</div>
<div style="text-align: justify;">
En medio de las hadas, se encuentra el perfume de la compañía que te pagó una
generosa suma de dinero para que realices ese comercial.
Una pequeña lagrimilla surca mi mejilla. Ver esta publicidad me llena de
orgullo. Además de amor maternal, hay algo de mi propio ego en ese orgullo, porque
fue mi vientre el que produjo al ser tan etéreo que ayudó a hacer algo tan hermoso.
Tú también estás orgullosa de ese comercial, mi cielo, a tu manera, por supuesto.
Te escucho alardear a menudo sobre el director con el que trabajaste, sobre el vestido
que usaste, sobre los diseñadores que conociste y el modelo con el que trabajaste.
Es impresionante el conocimiento enciclopédico que tienes sobre tu industria. Es
inigualable el brillo en tus ojos que aparece cuando hablas de tu oficio. Se nota que no
hay nada en el mundo que te haga tan feliz.
Pero ser modelo te hace tanto daño, hija mía, y no puedo protegerte de el dolor
que te produce, ese que te lleva a vomitar todo lo que comes y a entregarte al “no ser”
de la heroína.</div>
<div style="text-align: justify;">
No me dejas ayudarte. Yo misma a veces no me permito auxiliarte,
porque lo que debería hacerse por tu bien es que abandones de una vez el modelaje,
pero eso te destruiría. Tu labor artística te absorbe y te vuelve un ser extremadamente
egoísta. ¿No sabes todo lo que me haces sufrir? Hace ya más de seis días que te veo,
y puedo ver tu belleza, sí, como siempre, pero también te veo descansando en paz,
eternamente joven y bella, como sé que en el fondo quieres, en un ataúd de mármol
forrado en terciopelo carmín. Ya estoy como entregada a mi destino, mi tesoro. Tendré
que abandonar mi maternidad. Es demasiado para mí, hijita. Nadie debería verse
obligado a considerar seriamente la mortalidad de su prole, es una de las peores torturas
que se pueden infligir al ser humano. ¿No entiendes que esta carta es un último grito de
desesperación?</div>
<div style="text-align: justify;">
Eres hermosa, mi vida. Quizás una de las jóvenes más hermosas que han pisado
esta tierra. Cuando te ven en revistas, otras chicas pagarían el dinero que no tienen por
verse como tú, es más, el hecho de que existan chicas como tú fomenta el existir de la
gran industria de las cirugías plásticas. Los hombres que se tropiezan con tu imagen
terminan teniendo sueños eróticos contigo como protagonista. Tus propias colegas
te envidian, y entran al mismo juego que tú, a ese póker en contra del cuerpo que las
coloca al borde de la muerte, tratan de ser más pícaras que sus sistemas digestivos,
cuando al final siempre juegan para perder, y tú y ellas lo saben. Pero tus colegas no
entienden (y, al parecer, tú tampoco) que pueden ser más delgadas que tú, pero jamás
igualar el alma que se transparenta en tus ojos, tu rostro y tus movimientos. Ellas son
simples seres animados, tú pareces algo frágil y hermoso que viene de otro mundo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque, si tengo que ser sincera, el día en que naciste ya intuía cuál iba a ser tu
destino, con todas sus grandezas y todo el dolor que me traería. Eras tan frágil, incluso
más frágil que otros recién nacidos. Te trataba como si estuvieras hecha de cristal, y
luego soñaba que te convertías en una muñeca de porcelana que encontraba su lugar al
precipitarse en el suelo y volverse añicos. Tu respiración era como la más tenue y débil
brisa, creo que la controlé más a menudo que una madre promedio.</div>
<div style="text-align: justify;">
Tú entiendes tu fama y tu belleza a un nivel intelectual, pero no a un nivel
emocional, no has dejado que lo bueno de tu vida tome residencia permanente en tu
corazón. En tu corazón, nunca harás las paces con tu cuerpo, ni contigo misma. No
creas que te creo cuando caminas por la pasarela mostrando una actitud invencible y
confiada, sé que es todo actuación. No creas que soy ciega al hondo desprecio con el
que miras tu reflejo, tus pómulos, tu abdomen, tus caderas, tus muslos. Me partes el
corazón, hija. Y sigo sirviéndote verduras y bistec, como una reverendísima tonta. Sé
que todo va a parar al inodoro. Y te sigo dando dinero, con miedo de que te pierdas y
debas tomarte un taxi, con miedo de que te agarre hambre y quieras comer algo (que
luego se quede en tu estómago, porque así de ingenua y optimista soy), pero sé que
gastas ese dinero con los narcos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Te me estás escapando de las manos. Traté de salvarte. Fuiste a rehabilitación
para tus dos problemas en conjunto, pero no poder hacer tu arte te llevó a un horrible
intento de suicidio. Estoy entregándome, ahora, a la resignación, a verte infeliz, pero
menos infeliz que en ese hospital (¡que en realidad era tan indispensable para ti!). Eres
como un ave que va volando directamente a la boca de su depredador, pero, si te trato
de enjaular para que no alcances tan terrible destino, morirías de angustia. Representas
un peligro enorme para ti misma, y no hay nada que pueda hacer al respecto. Yo, que
nunca fui religiosa, rezo todos los días para que se te conceda un día más de vida, y
para que a mí se me conceda un día más como tu madre. Rezo para que tu conciencia te
convenza de que debes dejar de matarte, ya sea deliberada o gradualmente. Me siento
tan débil. Ya no hay nada que pueda hacer para ayudarte, no me escuchas ni me haces
caso.</div>
<div style="text-align: justify;">
Eres como una frágil y etérea mariposa, símbolo de lo efímero, de lo hermoso
que desaparece demasiado pronto… Tú, mi querida hija, mi hermosa mariposa, te vas a
convertir en polvo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Lamento no poder ser la madre que te mereces. Lamento no poder hacer nada
para salvarte. Lamento haberte permitido fotografiarte aquella vez a lo topless, en el
fondo no estabas lista para eso y ambas lo sabíamos. Lamento haber permitido que
esta y otras tantas ocasiones te hayan enseñado la errada lección de que una mujer
solo encuentra su valor en su apariencia. Lamento no darte un mejor ejemplo de vida.
Lamento no estar furiosamente destruyendo todas las fotos de mujeres enfermizamente
delgadas, que tú y tantas otras toman como desafortunado ejemplo. Lamento no estar
quemando toda la heroína que existe en grandes piras. Lamento no haber golpeado a
todos lo que te dijeron que no podían trabajar contigo porque no eras lo suficientemente
delgada.</div>
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<br /></div>
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Perdón, hija.</div>
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<br /></div>
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Sabes que te amo. Eres la razón de mi existir.</div>
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<br /></div>
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Y no puedo salvarte.</div>
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<br /></div>
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Por favor, sálvate a ti misma antes de que sea demasiado tarde.</div>
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<br /></div>
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Por favor.</div>
<br />
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<i>Mamá</i></div>
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<br /></div>
Neptunianahttp://www.blogger.com/profile/01860354731432153435noreply@blogger.com0