A veces, mientras
vivimos, nos golpeamos. Somos como un niño que tropieza mientras
juega en el jardín, o como una persona que se golpea un dedo del pie
contra la mesa del living room. Excepto que estos golpes son golpes
abstractos. Nos pasa a todos.
Yo puedo decir que
este año me trajo muchos golpes, de diversa intensidad y en
diferentes áreas de mi vida. Estaría en mi derecho de decir que el
2013 no fue un buen año para mí. Y sin embargo, no voy a hacerlo.
Y no simplemente
porque decir tal cosa en mi posición sería extremadamente
desagradecido para con mis padres, que me han dado tanto, y para con
todas las personas que me rodean y me brindan su amor. No voy a decir
que 2013 fue un mal año, simplemente porque no siento que sea así.
Cierro los ojos y
puedo ver los golpes que me di: Recuerdos, como moretones, que se
lucen en mi cabeza. Pero también puedo ver otras cosas, quizás
mucho más abstractas que han iluminado mi año y lo han hecho bueno.
La primera de ellas
es que, por algún motivo u otro, este 2013 ha sido un año de
cuestionármelo todo. Creo que no ha habido cosa en mi vida que no
haya pasado por tela de duda. Me he preguntado a mí misma el por qué
de cada cosa que hago en mi vida, y he salido de este período de
inquisición con la firme decisión de implementar diversos cambios
en mi vida. Algunos cambios serán un poco dolorosos, pero que así
sea. No puedo decir que cuente con las respuestas a las preguntas que
me hice, pero sé que me he planteado las preguntas correctas y que
el solo hecho de planteármelas me ha hecho crecer.
Este también fue el
año que me trajo de vuelta la escritura, que llevé varios años
enterrada dentro de mí. Esto se lo debo sobre todo al señor Mario
Vargas Llosa, que con uno de sus libros la ha traído de vuelta a la
superficie como por arte de magia. Desde que la escritura ha vuelto
que mi vida ha cambiado, para bien. Cada vez que termino un escrito
siento que mi alma ha crecido. Siento que estoy siguiendo mi misión
de vida. ¿Cómo no agradecer un año que me trajo tal cosa? Y no
solo es escritura la que he recibido, también invaluables lecturas,
que espero continúen el año que viene.
Este ha sido,
además, un año de experiencias que hace mucho tiempo ansiaba tener.
Estas experiencias, inesperadamente, me hicieron darme cuenta de que
debo tenerme más confianza, porque lo que he vivido hasta ahora,
importa, y las experiencias que a otras personas les parecen
esenciales pueden no serlo tanto para mí.
Este año me ha
enseñado a escuchar la voz que existe en mi interior.
Y por eso soy
incapaz de rotularlo como un año negativo.
Ahora, a recibir
2014. ¡Muy feliz año a todos!